Julio César Gambina es economista y académico de la Universidad Nacional de Rosario. Se ha especializado en deuda externa, economía mundial e integración, convirtiéndose en una fuente especializada para hablar de la actualidad argentina.

Entre clases y estudios se ha pasado el último tiempo escribiendo columnas y ensayos sobre la crisis económica por la que atraviesa el país.

En medio de un agitado clima electoral -a tan solo días de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) que medirán la temperatura antes de la primera vuelta presidencial de octubre- Gambina reflexiona junto a INTERFERENCIA sobre los cuatro años de gestión de Mauricio Macri y la posible vuelta del kirchnerismo al gobierno.

Más allá de sus críticas hacia el oficialismo, Gambina -quien es presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (FISyP),  director del Centro de Estudios y Formación de la Federación Judicial Argentina (Cefja) y ex integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso)- advierte que el horizonte económico en un eventual gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández, tampoco implicaría un cambio brusco de timón.

– ¿Cómo evalúa el gobierno de Mauricio Macri, tomando como parámetros la gestión de la crisis de deuda, el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los grados de avance que han tenido en el Congreso sus reformas estructurales?

– Lo primero que hay que señalar es que en diciembre se cumplirán cuatro años del gobierno de Macri y tres de esos años han sido de recesión. Sólo en uno de los cuatro años hubo crecimiento económico. Esto, sin discutir mucho el tema o el sentido del crecimiento o decrecimiento de la economía. Aunque sabemos que los procesos recesivos en el orden capitalista se transfieren regresivamente a la mayoría empobrecida de la sociedad.

En esta línea, los datos económicos y sociales de la Argentina, arrojan un crecimiento de la pobreza y un aumento del desempleo, que en la última medición se situó en torno al 10% y va en ascenso. Según los datos oficiales ofrecidos por la Secretaría de Trabajo del Ministerio de la Producción, solo en el último año se han perdido 217 mil puestos de trabajo. Actualmente 14 millones de argentinos están bajo la pobreza, una cifra que alcanza al 38% de la población. Situación que se agrava si nos enfocamos en la población de menores de 14 años, donde la pobreza llega al 48% de los niños. Es una situación realmente muy preocupante.

A este escenario de recesión hay que agregarle un proceso inflacionario gigantesco. En los últimos 12 meses la inflación estuvo en el orden del 55%, la proyección para este año está por encima del 40% y el año pasado fue del 47%.

Es decir, el cuadro general es de inflación y recesión, cuestión que supone una distribución regresiva del ingreso muy fuerte.

– Y en este contexto, Macri acuerda un rescate financiero con el FMI… 

– Claro. El Fondo Monetario Internacional le prestó a la Argentina 57 mil millones de dólares. De estos, 50 mil millones van a ser desembolsados antes de fin de año, y a la fecha ya se han entregado 45 mil millones. El grueso de este préstamo tiene que ser devuelto en los años 2022 y 2023. Es decir, durante el próximo gobierno que asumirá el 10 de diciembre de este año.

El tema es que se han entregado estos 45 mil millones de dólares, pero -a la vez- se estima que la fuga de capitales asciende a los 30 mil millones de dólares.

¿Esto qué quiere decir? Que el dinero del FMI ha entrado para facilitar la salida de capitales por medio de pagos de intereses de la deuda, remesa de utilidades al exterior y mecanismos especulativos. 

Estos datos que menciono están estipulados por una política monetaria que es contractiva. El Banco Central aspira dinero del mercado emitiendo letras de liquidez con una tasa de interés que hoy está en torno del 60%, que tuvieron un pico del 73%. Estas letras sólo pueden ser compradas por los bancos, que estimulan a la población con capacidad de ahorro para que invierta en plazos fijos del sistema financiero a tasas que van del 40% al 45%. Los bancos toman ese dinero de los ahorristas, los derivan al Banco Central de la República Argentina para comprar títulos, letras de liquidez, y obtienen una ganancia sabrosa, lo que además hace imposible que ese dinero se revierta en crédito a la sociedad. 

Digamos que en este caso los bancos -en la medición de su actividad por intermediación financiera- marcan una performance muy pobre, y sin embargo tienen elevadas ganancias que les paga el Banco Central,  lo que genera un déficit cuasi fiscal. Esto, en instancias en que el acuerdo que suscribió el gobierno de Macri con el FMI fue de tender a cero el déficit fiscal. 

Para cumplir dicho objetivo, el ajuste que ha realizado el gobierno ha sido importante. Lo está logrando, pero siempre y cuando no se cuente el déficit financiero y el déficit cuasi fiscal. Si incorporamos el déficit cuasi fiscal de los intereses que paga el Banco Central, más el déficit financiero que paga los intereses de la deuda, el gobierno de Macri no ha reducido el déficit fiscal integral de la Argentina, sino que ha agravado la situación. 

En ese marco es que hay que pensar el objetivo de fondo suscrito con el FMI y planteado como programa de gobierno, es el de las reformas estructurales. 

Uno puede pensar que el gobierno de Macri no ha podido avanzar hacia un cambio de leyes laborales porque ha encontrado una fuerte resistencia del movimiento sindical. O que tampoco ha podido avanzar en la reforma previsional, porque también se ha encontrado con una fuerte movilización y organización del movimiento de los jubilados. Pero pese a todo esto, las reformas estructurales sí han avanzado. 

– ¿En qué sentido han avanzado? 

En que ha disminuido el ingreso popular, ya sea en términos de salario real, por ingresos previsionales o por subsidios. Gracias a la inflación los salarios siempre están yendo por detrás de la evolución de los precios y ahí hay una reforma estructural importante. 

Un segundo tema es que ha avanzado la flexibilización laboral, otra reforma estructural. Esta ha llegado por mecanismos que existen en todo el mundo, a través de estas nuevas formas de gestión del trabajo, con empresas del modelo Uber, como las empresas de aviación de bajo costo o las empresas de distribución como Glovo y Pedidos Ya. Todas industrias que expresan la uberización de la economía, que actúa principalmente en el sector de servicios y en el sector bancario. 

Si vamos a los datos, según las estadísticas oficiales, un 35% de la fuerza de trabajo está en situación irregular, sin seguridad social. Esto deteriora los ingresos. Por esto es que hay que decir matizadamente que el gobierno de Macri no pudo avanzar legal y jurídicamente en sus reformas estructurales, pero la realidad de las relaciones económicas y sociales nos dicen que en Argentina sí se está avanzando en ellas, lo que obviamente es lo que las empresas, el FMI y el gobierno quieren. 

Que esto que acontece en la realidad se transforme en legislación, depende en parte de un eventual segundo período del actual gobierno y para eso cuenta con el apoyo del FMI; para otorgar dinero que haga viable la política económica argentina, sin que se presente un descalabro en las cuentas macroeconómicas. 

– Para lograr un segundo gobierno, Macri debe lograr el apoyo de la mayoría y en este momento la crisis económica ha golpeado no solo a los sectores más empobrecidos, sino también a un sector importante del empresariado que debido a la liberalización ha tenido que cerrar sus fábricas manufactureras ¿Con qué aliados se queda el gobierno y qué alternativa a la crisis ofrece la dupla Fernández?

– Detrás de este acuerdo con el FMI el oficialismo tiene un acuerdo con el gobierno de los Estados Unidos. Sin Donald Trump, Mauricio Macri no habría logrado que el FMI le prestara el 65% de su cartera de préstamo a un solo país, con evidente dificultades para devolver ese dinero en los plazos establecidos. 

Una cosa curiosa que hay que agregar es que nunca había ocurrido de manera tan explícita en la región que los presidentes de Colombia, Brasil y Chile se hayan involucrado directamente en la vida interna de la Argentina, haciendo campaña por una repetición de un gobierno en ejercicio. 

Pienso que esos gobiernos hacen una mala lectura del momento. Hay que ver lo que está aconteciendo actualmente con la política económica regional. La Cepal acaba de informar que este año existe una continuidad en la desaceleración de la economía latinoamericana y caribeña. Es un tema que viene desde hace cinco años. Es decir que el pensamiento hegemónico no mira los datos de la realidad que da la Cepal y que da el FMI. 

La Cepal dice que este año América Latina va a crecer un 0,5% y el FMI en el informe preliminar de la economía 2019 habla de un 0,6%. Es un crecimiento muy pobre y marca una tendencia a la desaceleración de la economía mundial. 

Estados Unidos bajo los gobiernos de Trump venía creciendo y daba la impresión de que se estaba superando la crisis de la economía mundial de los últimos diez años y sin embargo en estos días la Reserva Federal de Estados Unidos ha cambiado la tendencia y en vez de subir las tasas de interés las está volviendo a bajar, tendiendo a cero, en convergencia con lo que pasa en Europa o en Japón.

Esto ha fortalecido la moneda estadounidense y ha deteriorado las cuentas externas de Estados Unidos, dificultando la recuperación de la economía de dicho país. 

¿Por qué hablo de Estados Unidos? Porque es la locomotora del mercado mundial y es a lo que hoy aspira América Latina para desarrollar vínculos comerciales económicos.

Jair Bolsonaro al frente del Mercosur está empujando un tratado de libre comercio con Estados Unidos, del mismo modo en que Argentina en la presidencia temporal del Mercosur estimuló uno con la Unión Europea. Y ahí hay está el error de apreciación de los gobiernos de derecha latinoamericanos.

No sé hasta qué punto la dupla de los Fernández puede imaginar un horizonte diferenciado. Obviamente estamos en campaña electoral, se dicen cosas distintas, se critica la política económica. 

Por ejemplo, respecto del acuerdo con el FMI, lo que la dupla Fernández plantea es una renegociación, pero no queda claro cuál es el límite o el alcance de esa renegociación, la que puede ser postergar los plazos de pago, pero eso no supone cambiar las condicionalidades. 

Hay que ver qué pasa respecto de esas condicionalidades, que son las reformas estructurales. Saber cuál es la respuesta que puede dar un gobierno del peronismo -de la fórmula de los Fernández- respecto de cómo avanzar en estos compromisos de reforma laboral, reforma previsional, reforma tributaria. 

El triunfo del peronismo, líderado por los Fernández, puede generar mejores condiciones para que el límite social a las reformas estructurales se desarrolle con más fuerza, con más potencia, incluso a nivel regional, pero no queda claro cuáles son los marcos de potencialidad para una política que revierta el rumbo de la situación en la Argentina y contribuya a un cambio fundamental en la región. Aunque la pérdida del gobierno Macri, supondría la desmoralización de los sectores que se sienten a la ofensiva para avanzar en esas reformas estructurales.

Lógicamente un triunfo de Macri, aunque sea por mínima diferencia, va a estimular el argumento del consenso electoral para avanzar en estas reaccionarias reformas estructurales. 

Esta elección tiene esa importancia, en lo simbólico, de lo que habilita, de lo que genera, más allá de lo que puedan hacer en el gobierno unos u otros, pues el horizonte es de ajuste -de un marco regional- en un marco mundial de mucha incertidumbre económica y política.

El próximo año se renueva la presidencia de Estados Unidos y muchas de las cuestiones que estamos señalando tienen que ver con cuál será el destino del gobierno estadounidense en el 2020.

– ¿Para ambas coaliciones el rumbo está marcado por las relaciones de la economía mundial, restringiendo el horizonte de cambio?

– Por eso creo que los sectores hegemónicos de América Latina tienen una lectura errónea de lo que acontece en el mundo. El mundo no decrece más solo por lo que acontece en China e India, los llamados países emergentes. Y eso que China también viene desacelerando su economía. 

La pauta de crecimiento de China, envidiada por muchos países del mundo es actualmente del 6%, cuando hasta muy poquitos años era de alrededor del 10% o más. De todas maneras, ese crecimiento y el de India, que está por encima del de China, explican que la economía mundial está creciendo en torno del 3%. 

Pero este llamado de atención de la Cepal y del FMI, del lento crecimiento de la economía argentina, latinoamericana y mundial, está marcando algunas señales preocupantes que creo que los gobiernos hegemónicos de la derecha en la región no están mirando y mantienen un discurso ideológico a favor de la liberalización de la economía, que solo genera condiciones para la acumulación de ganancias de corporaciones transnacionales, con procesos de acumulación de poder en muy pocas manos profundizando la desigualdad en nuestros países. 

– El fin de semana son las primarias, donde las encuestas prevén una ventaja de la pareja Albero Fernández – Cristina Fernández, por sobre la fórmula Mauricio Macri – Miguel Ángel Pichetto ¿Si la diferencia es de más de 6 puntos cómo queda el gobierno para sacar adelante sus reformas y cómo podría reaccionar el mercado financiero ante una posible vuelta del kirchnerismo?

– Una precisión; no hay que hablar de vuelta del kirchnerismo. Hay que pensar que es el peronismo, en una coalición de un frente de 19 partidos, donde hay diversas tendencias. Existe una hegemonía kirchnerista, fundamentalmente de Cristina Fernández, pero la ampliación de la fórmula a un candidato a presidente que fue muy crítico de ella durante los ocho años de sus dos gobiernos, supuso la incorporación a la coalición de Sergio Massa, que también fuera jefe de gabinete de Cristina, y que sin embargo fue un gran opositor, que entre otras cosas impidió que pudiese hacer una reforma constitucional para un tercer mandato.

Hay que dimensionar, por tanto, que se trata de un fenómeno político mucho más complejo, aunque lo que une a esta coalición, creo, es intentar botar el gobierno Macri. Pienso que hay una hipótesis en consenso de que eso es lo mejor que puede pasar para que se habilite un espacio para discutir un proyecto crítico a las políticas hegemónicas en Argentina y en la región.

En cambio, si el gobierno de Macri continúa, se va a seguir con lo que se está haciendo, pero más rápido. Va a ser tomado como un consenso electoral de avance de estas medidas de reforma estructural. 

La otra cuestión importante a pensar, es que no hay que darle tanta importancia a las PASO [primarias argentinas] porque son obligatorias, pero en todas las fórmulas presidenciales no hay ninguna disputa, todas son de lista única. Prácticamente estas elecciones son una gran encuesta y hay que pensar que en 2015, en las PASO, el candidato Scioli del kirchnerismo le sacó 8,5 puntos a Macri. Luego, en primera vuelta le sacó 3,5 puntos y finalmente en segunda vuelta ganó Macri. 

Todas las encuestas dicen que en una segunda vuelta es muy probable que gane Macri y las encuestas, publicadas hoy, promedian que la diferencia a favor del peronismo y en contra de Macri, está entre 4 y 6 puntos.

Actualmente existe un escenario electoral bastante parecido al de 2015. Lo que queda como incógnita es cuánta es la desilusión de los votantes de Macri y cuál es la posibilidad que esos desilusionados puedan orientar su voto al peronismo. Por eso es que el kirchnerismo propuso una alianza electoral más amplia, para intentar captar a a esos descontentos con el macrismo. 

Son todas hipótesis que se van a empezar a verificar el fin de semana y obviamente en octubre cuando se de la primera vuelta. La pretensión del peronismo es ganar en la primera votación, ante el temor de que una segunda vuelta pueda darle el triunfo a Macri. 

Este artículo fue publicado originalmente en colaboración con el medio interferencia.cl 

Fotografías: Alfonso González / Texto: Pedro Pablo Ramírez Hernández.

Abrir chat