En la Habana el tiempo se ha detenido. Los objetos de la vida cotidiana son los de antes, muchas formas de hacer también, la compra, las relaciones, la cocina. La moda es de un contemporáneo atemporal y las personas podrían ser una foto de cualquier momento del siglo este o del que pasó. Bajo la superficie, sin embargo, las cosas vienen mutando hace años, un proceso continuo de ajustes y cambios que tienen las personas, transcurre como en una balsa en el océano. Ahora hacia allá, ahora hacia acá. Ahora disfrutando el presente, ahora padeciendo la escasez, las colas, y la falta de transporte. La Habana recuerda punzante, cómo es de importante la economía en las vidas, las relaciones y las formas de percibir las experiencias cotidianas de las personas. El cielo y el mar, inescapables, no parecen sucumbir a los cambios, ni reconocer diferencias. Se ofrecen a todos con igual intensidad luminosa y humedad.

El 20 de marzo de 2016 Barak Obama visita Cuba, primer presidente de los EEUU que visita la isla en 88 años. Es un hito clave después de que a finales de enero del 2015 se anunciara el inicio de la normalización de las relaciones entre ambos países. En apenas poco más de un año, EE UU y Cuba habían reabierto sus embajadas después de 54 años, y Washington había relajado las condiciones para hacer negocios y viajar a Cuba. Las calles reflejaban ese flujo de turistas nuevos y expectativas de bonanza.

Unos meses más tarde, el 25 de noviembre de 2016, muere Fidel Castro. Se le realizó un homenaje póstumo en la Plaza de la Revolución, y se decretaron 9 días de luto nacional, hasta el día de su funeral el 4 de diciembre. El Desfile militar planificado para el 2 de diciembre se postergó para el 2 de enero de 2017, día en que se realizó el Desfile militar y la Marcha popular celebrando los 58 años de la revolución, y a la figura de Fidel.

La suerte cambia la cara, y poco después, el 20 de enero de 2017, asume Donald Trump la presidencia de Estados Unidos y se recrudecen las medidas del bloqueo, frenando lo avanzado. La crisis en Venezuela y la llegada de Bolsonaro a la presidencia en Brasil en enero de 2019 empeoran las cosas. Ya para abril de 2019 la situación era lo bastante mala como para que Raúl Castro alertara a la población a prepararse para el «peor escenario económico imaginable», y que el presidente Díaz-Canel propusiera tomar los aprendizajes del Período Especial para sobrellevar la escasez de combustibles, despertando en la población el temor de revivir el trauma de dicho periodo.

Para comienzos de 2020, a las colas de la gasolina se suma que varios productos básicos, entre ellos la leche, estaban «perdidos» (expresión popular para referirse a la ausencia de algún producto en el mercado), y otros, como los huevos de venta libre en la bodega (tienda de abastecimiento por la libreta) se revendieran por la calle a un alto precio. En febrero de ese año, pocas semanas antes de la aparición de los primeros casos de COVID19 en la isla, el gobierno anunciaba la escasez de productos de higiene personal para los próximos meses. 

  La historia dio vuelta una nueva página.

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