América Latina está en el horno y esta semana fue el turno de Ecuador. La crisis llegó, haciendo estallar las certezas que afirman nuestras democracias y el cono sur vuelve ser escenario de inestabilidad. Como un ciclo interminable, cada generación repasa su propia debacle económica, la del 80, la asiática en los 90, la crisis subprime entrados los 2000 y ahora la guerra comercial.

La economía ha dejado de crecer y el mantra que nos ha guiado hasta este punto comienza a ser cuestionado. De la misma manera, los partidos y líderes que alguna vez condujeron las revueltas de antaño hoy también son víctimas del cambio de siglo y hundidos en la corrupción y el clientelismo ya no tienen el crédito del mundo popular, social e indígena.

En medio de esta mezcla de factores, los sectores más golpeados por la crisis, aquellos que nunca recibieron los beneficios de la época dorada y las millones de familias que hoy vuelven a cruzar la línea de la pobreza, pero esta vez de retorno, salen a movilizarse ante el fantasma que recorre Sudamérica. Con menos nivel de organización que hace un par de décadas, el pueblo ecuatoriano avanza hacia su primera semana de paro nacional,  en contra del ajuste, la reducción del gasto fiscal y el cese del subsidio a las gasolinas.

Este conjunto de medidas adoptadas por el gobierno de Lenín Moreno, bajo la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI), significan la pérdida de un número importante de derechos sociales y laborales que benefician actualmente a los sectores hoy movilizados, la lógica oficialista considera abaratar la mano de obra, liberar el gasto fiscal e incentivar al mundo privado con la esperanza de recuperar el crecimiento, el problema es que del otro lado existe una fuerza social capaz de poner en jaque el gobierno y emplazar de frente al Fondo: el mundo indígena.

Al leer los medios de comunicación y la cobertura que se le ha dado a este conflicto, la mayor parte de la discusión entre los expertos se ha enfocado en caracterizar la protesta,  si bien,  en un comienzo el llamado nació de un gremio históricamente asociado a la derecha, los transportistas, rápidamente la atención de la mayoría se centró en el expresidente Rafael Correa,  pero este hace mucho tiempo que dejó de tener la mayoría del respaldo popular debido a la política extractivista que mantuvo el proceso bolivariano durante sus años en el gobierno, cuestión que choca con la cosmovisión que tienen los pueblos andinos sobre el ecosistema y los recursos naturales.

Desde esta perspectiva, las fotografías de Eric en Quito nos ofrecen la oportunidad de sumergirnos en estos primeros siete días de protesta nacional, buceando por aquellos rincones que nos ayudan a encontrar a quienes hoy bajan como columnas de hormigas por los cerros buscando una salida a una crisis que parece recién comenzar, invitándonos a reflexionar sobre la América Latina que habitamos y el futuro que nos espera.

Fotografías: Eric Allende G.
Texto: Pedro Pablo Ramírez Hernández.













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